Profundo y meditado abordaje del ego, raíz de las mayores catástrofes humanas. Agustín de la Herrán Gascón ofrece un enfoque tan sincero como exhaustivo. Un cambio de mirada, sin la cual toda acción estará sesgada. Si leída esta obra, uno queda imperturbable, es indicador del anquilosamiento con que se existe, lo cual resulta de un calibre preocupante y peligroso.
El derrumbe del ego es una labor inaplazable. La misión del docente sensato radica en tomar conciencia de nuestros cerebros rumiadores de ideas ajenas con las que nos hemos mimetizado, creyendo ser. Dedicar tiempo a silenciarnos para darnos cuenta del incesante flujo de conceptos, creencias, prejuicios, convencionalismos y apegos que no nos representan es misión de la educación consciente.
Aunque la interiorización de los anteriores aprendizajes resultaron necesarios para conformar parte de la educación, inherente a nuestro proceso de socialización, llega un momento en el que uno mismo debe decidir si continuar con esta ceguera vital. Deshacer dogmas tras los que nos parapetamos y posibilitar el derrumbe de máscaras para explorar nuestra más auténtica esencia. Implica dejar a un lado la seguridad del rebaño, y esto, provoca miedo. Asumir esta desfosilización nos confronta. Solo docentes valientes y lúcidos afrontan cambios de gran hondura.
Esta obra, tan brillante como desconocida, constata el largo camino que aún nos queda por transitar. Un bagaje esencial de la educación sin el que la vertiente competencial de la misma queda desnutrida, coja e insustancial. Adquirir un compromiso férreo de mirada interior nos confronta con nuestro ego y, en consecuencia, con una mejora coherente y serena de quienes somos, o no somos.
コメント